En el tango siempre se han advertido dos
manifestaciones, una de índole sexual y otra pendenciera, modos que al fin
son la manifestación de un mismo impulso que genera el hombre, al fin es
posible que pelear pueda ser una fiesta.
El tango antiguo, como música, es como la
misma música en general, voluntad y pasión, aquel tango antiguo, suele
transmitir esa belicosa alegría cuya expresión verbal ensayaron en edades
remotas otras culturas en el mundo.
La música del tango va literalmente, en algunos casos,
al ritmo del corazón, no llega a ser totalmente sexual, pero si es
sensual y sentimental, según las diferentes canciones. Es una expresión de
sentimientos que a veces se refieren a la pareja o en general a la propia
vida, al fin, todo es siempre un amor sentimental ya se refiera a una ciudad,
a un hecho, a una mujer o a un hombre. Sólo el universal sentimiento humano
podía habernos unido en su ilusión, en la propia ilusión del tango.
Los compositores de letras y música se suelen centrar
en ejercicios de nostalgia de lo que fue, llantos por lo perdido,
esencialmente tristes aunque la tonada sea alegre.
Tal vez la misión del tango sea esta:
dar a los argentinos la certidumbre de haber sido valientes, de haber
cumplido ya con las exigencias del valor y
el honor.
Admitiendo, en este caso, una función compensatoria del tango queda un
breve misterio por resolver. Nuestro pasado militar es copioso, pero es
indiscutible que el argentino en trance de pensarse valiente, no se
identifica con él ( pese a la presencia que en las escuelas se da al estudio
de la historia) sino con las vastas figuras genéricas del gaucho y del
compadre.
Las letras del tango provienen de plumas heterogéneas,
normalmente populares, lo que despierta la veneración de los eruditos.
Al principio el tango no tuvo letra, y cuando la tuvo era
casual o se nutría de historias gauchescas, entonces los arrabales no eran materia poética. Después el género empezó
a historiar las vicisitudes locales centrándose especialmente en el amor clandestino o sentimental, de
recriminación, de odio, de burla y de rencor, toda la ciudad con su más
íntimo latir fue entrando en el tango, todo lo que mueve a los
hombres desde el deseo a las intrigas más bajas, así se fue formando una
especie de "comedia humana " de la vida de Buenos Aires.
De esta forma, fue convirtiéndose el tango argentino en
un espejo de la realidad de los bonaerenses a la vez que un influjo sobre
ellos mismos.
El tango en sus orígenes fue quizás ingenuo
pero alegre y valeroso, posteriormente, adopta un aire pesimista
que con gran lujo, recrea las desdichas propias y las desvergüenzas ajenas.
Vemos, pues, que se puede opinar y hasta discutir sobre
las letras y la música del tango, sin embargo, hay algo cierto
que como todo lo verdadero, encierra un secreto, y es que pertenece a Buenos
Aires sin sus atardeceres, sin sus noches, sin su paisaje no puede hacerse un tango Finalmente,
como paradoja podemos concluir que su misma localidad lo hacen al mismo
tiempo tremendamente universal y eter
Músicos como Juan Carlos Cobián, Pascual Contursi, Juan D´Arienzo, Julio De Caro, Osvaldo Fresedo, cantantes como Sofía Bozán,Ignacio Corsini, Enrique Maciel, Agustín Magaldi,
Rosa Quiroga, integraron lo que se conoció como la «nueva guardia» del tango
en aquella época. Entre ellos, muchos fueron los descendientes de inmigrantes
italianos, como Osvaldo Pugliese (apodado «el Santo del Tango»).
La
del cuarenta fue una década dorada para el género, que se interpretaba ya en
locales nocturnos de lujo, cuyos ambientes alimentaron a su vez a los
letristas, que en sus versos contraponían el lujurioso cabaret y los
desbordes de la vida nocturna a la infancia en el arrabal, paisaje éste que
adquirió entonces ribetes míticos de paraíso perdido.
Grandes
orquestas, como las de Juan D’Arienzo (1900-1976), Carlos Di Sarli (1903-1960), Osvaldo Pugliese (1905-1995), Aníbal Troilo(1914-1975), Horacio Salgán (1916-), Ángel d’Agostino o Miguel
Caló actuaban a la vez en los cabarés del centro y en salones barriales, y,
con ellos, creció enormemente la industria discográfica en la Argentina.
Letristas de gran vuelo ―Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo,Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi― dieron al tango
composiciones inolvidables, signadas por la amarga crítica de costumbres
(Discépolo), el matiz elegíaco y las metáforas inspiradas en grandes poetas
(Manzi, Castillo), la recurrente pintura de ambientes sofisticados con
resonancias del poeta modernista Rubén Darío (Cadícamo). Otros notables cantantes
de la época fueron el Polaco Goyeneche, Edmundo Rivero, Ángel Vargas, Francisco Fiorentino, Héctor Mauré yAlberto Podestá.
Por su parte, Homero Expósito y José María Contursi también escribieron las
letras de algunos tangos.
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Algunos de los más famosos
autores fueron Santos Discepolo, Homero Manzi (1907-1951), Catulo Castillo (1906-1975),
Homero Expósito (1918-?) y Enrique Cadicamo (1900- ¿?). Sus letras fueron desde
los tópicos tradicionales de amor y decepción, creando retratos de la vida y la
filosofía. De los cientos de títulos, por lo menos unos se deben mencionar "Uno"
(Discepolo, con música de Mariano Mores), "Sur"
(Manzi-Troilo), "La última curda" (Castillo-Troilo),"Malena" (Manzi-Demare) y “Los mareados” (Cadicamo-Cobian).
Gardel incorporó una buena mezcla de prosa nativa
con una jerga de Buenos Aires llamada “Lunfardo”. “Lunfardo” era una colorida
jerga que provenía del Español, que evolucionó a finales del siglo XIX y
principios del XX en las clases más bajas de Buenos Aires. Muchas expresiones
de esta jerga han entrado en el lenguaje popular hablado en Argentina y
Uruguay, también es fácil encontrarlo en las letras de tango. Una
característica del Lunfardo son sus frecuentes juegos de palabras, normalmente
la inversión de sílabas. De este modo, tango se volvió gotán y café con leche
pasó a ser feca con chele. El lunfardo emplea ingeniosas metáforas como bobo,
cuando se refiere al corazón, porque trabaja todo el día sin cobrar. Los poetas
del humilde Buenos Aires florecieron y en cada vecindario se escuchaba el
bandoneón tocar tangos, temas que venían de todos los puertos de Buenos Aires.